tapadas del portero español Iker Casillas y los ataques de los delanteros de Colombia le pusieron ritmo, alegría y desesperación a un sitio único para estudiar.
Mientras los ¡ah! y los ¡uh! iban y venían nadie quería estudiar; los puestos de estudio se convirtieron en la tribuna improvisada para desatar la pasión masculina por el buen juego y la femenina por los jugadores. Al fin y al cabo todos unidos viendo el partido.
Pero como no todas las reglas se cumplen, una joven veía y analizaba las jugadas de principio a fin, se tomaba la cabeza con desesperación, entrelazaba los dedos y movía los pies como si
ella fuera quien haría el gol, le sudaban la cara y las manos como si corriera en el campo verde que el televisor le mostraba.
La transmisión se pausaba en el momento que el banner del canal interno de la UPB entraba a la pantalla y no se demoraba el ¡ahhh! de todo el público que presenciaba este enfrentamiento pero esta joven no decía nada, pero su cara lo expresaba todo; su ceja arriba en señal de arrogancia, su frente arrugada y una mirada profunda presionaba desde Medellín a los jugadores en Madrid. Además se impacientaba por la transmisión y por ver que Colombia una vez más jugaba bien y no conseguía el tan anhelado gol.
Intentos y más intentos de Colombia y como decía un narrador de fútbol colombiano: mucho toque toque y de aquello nada” y de verdad de lo que los colombianos querían nada; querían ver goles y ver cómocaía el arco de la selección campeona del mundo, pero no fue posible en 85 minutos de partido.
Pero al 86 de juego sucedió lo de siempre, gol del rival, gol de España y se acabó la ilusión y la cara de tristeza se unía con algunas risas porque como si fuera la maldición que Garabato le echó al América en el 79, Colombia volvía a perder.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario