domingo, 20 de marzo de 2011

La Vaca Manuela no es una “vaca cualquiera”

Así como cantábamos cuando éramos chicos en la guardería “tengo una vaca lechera, no es una vaca cualquiera”,  yo tenía la ilusión de conocer el parque temático porque creía que no era una vaca cualquiera, y ¡vaya sorpresa!
Desde hace un par de años se ha hecho famoso en el Norte de Antioquia, Vía Láctea, el parque temático que tiene la vaca más grande del mundo y presenta diferentes actividades de campo para relajarse y aprender.

Un viaje corto desde Medellín, hora y cuarto era el tiempo estimado, pero las condiciones de la vía eran malas y con frecuencia el carro en el que viajaba se golpeaba contra la carretera.

Muchas curvas, subiendo, aire frío y muy fresco que oxigenaba los pulmones y era el mejor descanso después de un largo año que iba a terminar, lejos del smock y la contaminación que vivimos en la Ciudad.

Llegando al sector conocido como San Félix, una sombra pasaba por encima de mí, buscaba y la verdad no veía nada, hasta que por fin pude ver qué era; los parapentistas que saltan allí estaban aprovechando la cálida y soleada mañana que además brindaba las corrientes de vientos propias para el vuelo.

¿Volar o no? era la pregunta, sería cumplir el sueño que el hombre ha tenido hace varias décadas pero, el vacío era profundo, el viento era fuerte y quienes aterrizaban se veían un poco complicados para hacerlo. Pero la vida es de riesgos y era el momento.
Arnés, casco, guantes, gafas y estaba listo para partir, la verdad  mi cuerpo estaba preparado pero mi mente aún estaba muy reacia a volar, sentía más frío del normal, mi estómago se revolvía y mis manos temblaban. ¡A volar! dijo el instructor.

Allá arriba todo se veía hermoso y después de un minuto todo mi cuerpo volvió a su estado normal, podía observar una parte de Bello y un poco de San pedro de los Milagros, lugar donde vive la Vaca Manuela.

Un vuelo tranquilo, emocionante y con el aterrizaje turbio como se esperaba pero ya debía terminar pues era el momento de seguir el camino.


Ya en tierra firme y después de viajar más o menos veinte minutos más se observaba Manuela, la Vaca gigante, pero antes de llegar a ella tenía que pasar por donde estaban las vacas reales, las que comen pasto y dan leche, esas que mugen cada instante y que cuando estás en su corral te miran de reojo pero no te ponen atención.

Mucha fila para llegar hasta el pasto que se comería ella y por donde entraríamos, sinónimo de ser bueno, creí. Unos minutos y era el momento de ingresar.

Al comienzo se tornó divertido pues la Vaca te comía como pasto y llegabas al estómago pero hasta ahí fue la diversión, un video beam proyectaba cómo “pasábamos por su estómago” y ahí sí la decepción completa. Esperaba acción, sentir la humedad, el calor y todo lo propio de un estómago pero nada de nada.

Después, nada me interesó, ¡aburrido! gritaba mi cerebro, quería salir ya de ahí y pensar en otra cosa. Llegando el momento de salir nos ordeñaron, sí así como se oye, comenzaron a ordeñar a todos los que habíamos entrado como pasto hasta salir de la vaca más grande del mundo.

Sólo me quedó una duda, ¿al comienzo me habrían dicho que era la más grande y la más aburrida y no lo habré escuchado? pues no sé qué pensar pero así fue.

Pude confirmar mis dudas, la Vaca Manuela “no es una vaca cualquiera”, las vacas cualquieras son más divertidas, rumean y mugen todo el día, dan leche y no tienen necesidad de impresionar a nadie. Es más divertido estar a su lado que dentro de Manuela.

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